La Ley Rider: Una ley condescendiente

Una excepción difícil de entender. Un análisis levemente jurídico, económico y quizás filosófico de la cuestión.

En España tenemos la Ley Rider desde hace casi tres años. En mis casi nueve años en esta industria, este tema me ha causado mucha impotencia por lo injusto de la situación y todo lo que hemos perdido.

Siempre he querido compartir con la Industria mi visión sobre este tema, un asunto que muchos prefieren evitar porque tenemos más cosas que hacer que ir a manifestaciones.

Planeo escribir más sobre este tema (encuestas a riders, evolución, consecuencias económicas de la Ley) en el futuro.

La Ley Rider, en pocas palabras

A pesar de que durante un año ejercí como abogado laboralista en un gran despacho, no seré muy técnico con este tema. Principalmente porque, entre otras cosas, no me gustaba y no me acuerdo de casi nada.

Pero a grandes rasgos, en el caso de los repartidores de plataformas la Ley hace una presunción de laboralidad: si eres rider, eres empleado (si no se demuestra lo contrario, y buena suerte intentándolo).

Es un auténtico régimen de excepción:

«Disposición adicional vigesimotercera. Presunción de laboralidad en el ámbito de las plataformas digitales de reparto.

Por aplicación de lo establecido en el artículo 8.1, se presume incluida en el ámbito de esta ley la actividad de las personas que presten servicios retribuidos consistentes en el reparto o distribución de cualquier producto de consumo o mercancía, por parte de empleadoras que ejercen las facultades empresariales de organización, dirección y control de forma directa, indirecta o implícita, mediante la gestión algorítmica del servicio o de las condiciones de trabajo, a través de una plataforma digital.

Real Decreto Legislativo 2/2015, para garantizar los derechos laborales de las personas dedicadas al reparto en el ámbito de plataformas digitales.

Una ley condescendiente

La gran pregunta que me hago y no encuentro respuesta es: ¿por qué un arquitecto, diseñador, camionero o taxista pueden escoger buscar trabajo como empleados o emprender como autónomos… pero un rider no?

Da igual lo que el individuo quiera, la Ley decide por él. ¿Acaso saben los políticos lo que es mejor para los riders? los datos no van por ese lado, por las listas de espera para rider autónomo, mientras que es difícil encontrar gente que quiera ser rider empleado.

¿Por qué en el caso concreto de los repartidores de comida la Ley decide por el individuo? ¿por qué no en otras profesiones?

Aparte de la conveniencia política de esta legislación en el momento que fue aprobada, hay un tufo condescendiente en todo esto, como si los riders no supiesen tomar sus propias decisiones.

Consultores, agentes inmobiliarios, albañiles, taxistas y camioneros pueden decidir; los riders no.

¿Qué implica -de verdad- el modelo autónomo de rider?

Siendo breve, ser rider autónomo es ser un microemprendedor de la logística de ultima milla. Sí: emprendedor, con todas las letras. Que puede facturar según su productividad y tomar sus propias decisiones, igual que un taxista o camionero autónomo.

He visto a gente escandalizarse por llamar “emprendedor” a un repartidor de comida a domicilio. Y ahí es precisamente donde creo que radica la condescendencia de todo este asunto: emprender, facturar, ser dueño de tus resultados, está al alcance de todos y no solo de Elon Musk.

Hoy en día, un rider autónomo puede trabajar con los clientes que quiera (plataformas o directamente con restaurantes), repartir donde quiera, elegir sus turnos, aceptar o rechazar pedidos y tomar vacaciones cuando desee, como cualquier otro profesional autónomo.

Siempre y cuando tengan empresas que les den trabajo, las plataformas pueden elegir trabajar con los riders que ofrezcan un buen servicio.

¿Qué tiene esto de malo?

*A día de hoy, esto no ha sido siempre así. En el pasado, las plataformas controlaban más a los repartidores, penalizaban por pedidos rechazados y dictaban cuándo y dónde trabajar. De esa etapa proviene la mayor parte de la polémica y las sentencias negativas sobre Deliveroo, Glovo, etc.

Dos formas de entender el trabajo, con implicaciones macroeconómicas

La microeconomía te diría que el modelo autónomo permite repartir un poco el riesgo/beneficio hacia el repartidor. Esto no es necesariamente injusto, dependerá del riesgo que quiera aceptar el rider; que no es tanto si trabajas en varias plataformas simultáneamente.

Es notorio como los repartidores autónomos se comportan tan distinto a los empleados. En cocina lo vemos perfectamente: el rider autónomo viene con relativa prisa, preguntando por su pedido, y si tardas mucho se enfadará. Es obvio, su incentivo económico está alineado con la plataforma y con el cliente final, que quiere su pedido pronto en casa.

Con el paso de los años ves muchos riders con esa vena emprendedora: empiezan con una plataforma, luego se abren a más, de repente un crea una pequeña flota, otro abre un restaurante,…. Se me ocurren demasiados ejemplos, con nombres y apellidos, que tuvieron un camino así.

El repartidor empleado va más calmado, llega perfectamente uniformado, aparca, se quita el casco, lo guarda, pone la pata de la moto, se acerca tranquilo y pide su pedido con voz baja. Le importa menos porque cobrará lo mismo a final de mes.

Y no me entendáis mal, ambas opciones son legítimas: cada uno elige lo que quiere ser. Y ahí radica el punto de este artículo: libertad para elegir.

¿Pero qué economía preferimos? ¿una donde cada pieza de la maquinaria tiene incentivos alieados con el resto de la sociedad, o una donde una parte muy importante tiene menos incentivos porque ganará lo mismo?

En el fondo no es una conversación jurídica. A mi me interesa más el plano económico: la variabilidad de los ingresos en función de la producción de cada individuo. Y en muchos casos, la figura jurídica del empleado invierte el riesgo/beneficio y protege al individuo de baja producción de un impacto en sus ingresos.

Y si en una empresa, industria o economía tienes malos incentivos, tendrás peores resultados.

El modelo autónomo es mejorable

Y este artículo no defiende necesariamente el modelo actual. Los riders están atomizados y tienen menos fuerza por falta de coordinación que un potencial oligopolio de dos plataformas.

Podrían mejorar muchas cosas: bajas por enfermedad, seguro médico, vacaciones, protección, equipos, etc. Riders y plataformas han intentado proponer cambios en esta dirección, ante oídos sordos del legislador.

Pero hacernos elegir entre el modelo como está o directamente que todos sean empleados es una falacia de falso dilema de manual, de esas que tanto gustan a nuestros políticos. Hay más opciones.

Y lo que hemos perdido por el camino

Pero esta Ley se quedará. Dudo que un gobierno futuro quiera cambiarlo: el gran coste político no compensará los beneficios económicos.

Es grave cómo este debate viciado ha afectado a empresas y repartidores, impidiendo su crecimiento y la riqueza económica que podríamos haber tenido.

Deliveroo abandonó el país en 2022. En el comunicado de salida ellos mismos descartaban la influencia de la Ley Rider, pero seguro sí afectó su crecimiento desde que surgió la polémica en 2017.

Más grave es el caso de Glovo: joven empresa española, que contra todo pronóstico consigue competir y ganar contra multinacionales mucho más grandes y mejor financiadas, en España y decenas de países de Latinoamérica, Europa del Este, Asia menor y África. Un emprendimiento nacional que tendría que haber sido puesto como ejemplo por nuestros líderes para inspirar a más jóvenes empresarios españoles.

Y en lugar de eso, se redactó una ley ad hoc y se difundieron innumerables titulares, posicionándola como la peor corrupción empresarial. Las multas cayeron por cientos de millones, y ahora también responsabilidad penal.

¿Dónde estarían estas empresas si este problema se hubiese manejado con responsabilidad por el legislador? quizás Deliveroo seguiría en España dando más trabajo a empleados, riders y restaurantes; quizás Glovo sería mucho más grande, operando en más países y llevando la Marca España más lejos. Pero nunca lo sabremos.

¿Qué han perdido los riders? si la industria hubiese seguido su crecimiento orgánico, ahora miles de personas más podrían trabajar en logística de ultima milla. Podrían trabajar como autónomos con derechos reforzados. Pero nunca lo sabremos.

Los restaurantes también perdemos. Hoy el delivery es el 25% de nuestra facturación, quizás estaríamos cerca de países como Corea del Sur o UK. Hoy generamos menos empleo y riqueza.

¿Y la sociedad española, qué ha perdido? a nivel económico, la suma de todas las anteriores. Pero a nivel de relato es quizás más grave:

  • hemos perdido la oportunidad de reforzar una noción colectiva positiva de la importancia del autoempleo y el microemprendimiento,

  • hemos perdido la oportunidad de construir una sociedad donde las startups de éxito son ejemplos y no perseguidas,

  • y hemos perdido otra oportunidad de dejar la agenda política a un lado y llegar a acuerdos de Estado

¿España sería un país mejor con los tres puntos anteriores? nunca lo sabremos.

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